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He decidido incluir una antigua publicación mía en un nuevo blog, aprovechando mi cuenta en Blogger, para tenerlo todo recogido y ordenado, y no como en el fotolog, que andaba todo desperdigado. Tengo intención de retomar mi modesto ensayo sobre fiestas, borracheras, y alcoholismos varios, dentro de poco. Lo retomaré donde lo dejé, en la etapa 'desfase'. Por si os lo preguntáis, sí, este verano ha habido unos cuántos para tomar de referencia.
Aquí dejo el enlace: Ensayo sobre el Arte de Salir de Fiesta

lunes, 25 de agosto de 2008

Mari Jaia nunca falla

¿Me apetece escribir? No lo sé. Lo comprobaré en las siguientes líneas. Aunque por otro lado, si estáis leyendo esto es que sí, sí que me apetecía. O simplemente es que me apetece hacer cualquier cosa antes que ponerme a estudiar. Lo sé, lo sé, es triste pero, ¿quién no ha pasado por eso? Después de un verano de desfase en desfase, de txosna en txosna, y conociendo gente de puta madre (no sólo en fiestas), plantarme ahora delante de los apuntes que recientemente me dejó un apiadado (o despiadado, según se mire) amigo, me parece poco menos que una quimera. Es fácil decir: mañana estudio. Pero avanzando un día en el futuro y ya situados en el 'mañana', la perspectiva cambia. Es como colgarle el muerto a otra persona, sólo que esa persona somos nosotros mismos en otro momento temporal. Y claro, al final nadie quiere currar, todo el mundo escurre el bulto... y nos pilla el toro.

En cualquier caso, prefiero olvidarme unos minutos de las responsabilidades (vale, unos minutos más), y recrearme en la gran semana en que, como era previsible, se convirtió la Aste Nagusi. Ante la coyuntura de trabajar absolutamente todos los fines de semana de agosto, cinco nada menos, y asumir y digerir que las noches de los sábados, y casi seguro las de los viernes, eran para estar en casa, no me quedaba otra que planificarme las juergas entre semana. Esto evidentemente, también afectaba a las fiestas de Bilbao. Así que, tras el sábado de descanso obligado, y el domingo de reposo por un malestar de garganta, el lunes me lancé a las calles en busca de desfase. Lo encontré. También el martes y el miércoles. Días de fiesta divertidos, sin duda, pero también sabía que eran un mero trámite comparado con lo que esperaba el jueves.

A pesar de trabajar al día siguiente, a las 6 de la tarde eso sí, era la fecha más importante en lo que a mi calendario festivo se refiere. Para mi era el último día de agosto, el último día de la Aste Nagusi, la última gran juerga antes de marchar hacia un relajante crucero por el Mediterraneo la primera semana de septiembre y afrontar, cuatro días después, el único examen de la temporada de recuperaciones. Era plenamente consciente de ello (aunque a lo largo de la noche la consciencia fue algo que brilló por su ausencia). Era el día que había decidido morir. Con un concierto de los míticos Hombres G en liza, y una lista de asistencias extrañamente larga en nuestro grupo, aunque también con importantes bajas (Iván nos fallaste), y una cantidad bastante interesante de bebida que no detallaré para no asustar a los más sensibles, la noche se presentaba prometedora. Y como suele suceder en estos casos, no defraudó. Las fiestas de Bilbao nunca lo hacen. La lluvia amenazó con estropear el concierto, pero nuestras ganas (las innatas y las ingeridas) contrarrestaron la cruel fuerza de la naturaleza, haciendo básicamente que nos la sudara calarnos. Más tarde la txosna 'Moskotarrak', que yo personalmente considero como la mejor txosna de la historia de las txosnak, acogió durante horas el desfase, que continuó hasta límites indecentes e impropios de m..., indecentes, sólo indecentes.

El tiempo pasó, la gente se marchaba, pero yo me quedé. Al fin y al cabo, era la noche que había decidido morir, y no quería que terminara (me ahorraré detalles acerca de lo lamentable que resultó mi vuelta a casa). Lo peor era que me esperaba un tortuoso fin de semana de trabajo detrás de todo el desfase vivido.

Bueno, al final no fue tan terrible.

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