¡Precaución! Auto-publicidad

He decidido incluir una antigua publicación mía en un nuevo blog, aprovechando mi cuenta en Blogger, para tenerlo todo recogido y ordenado, y no como en el fotolog, que andaba todo desperdigado. Tengo intención de retomar mi modesto ensayo sobre fiestas, borracheras, y alcoholismos varios, dentro de poco. Lo retomaré donde lo dejé, en la etapa 'desfase'. Por si os lo preguntáis, sí, este verano ha habido unos cuántos para tomar de referencia.
Aquí dejo el enlace: Ensayo sobre el Arte de Salir de Fiesta

jueves, 18 de septiembre de 2008

Sin prisas

Sin prisas, cantaba Sabina*, que a las misas de requiem nunca fue aficionado. Aunque el contexto de la canción no venga con el tema, podemos aplicar esta máxima en muchos aspectos de la vida diaria. De la VIDA, nunca mejor dicho, pues eso precisamente lo que podemos ganar, o dejar de perder, con un poco de paciencia. Recurriendo un poco a la cultura popular, podemos encontrar un sinfin de dichos a este respecto, pero sin sacar conclusiones claras. Como siempre, en el refranero tenemos una luna para cada sol. Así, podemos encontrarnos un clásico “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy” (sarcásticamente volteado en el manual del vago), que se contrapone a esta gran verdad: “no por mucho madrugar, amanece más temprano”.

Y es que haciendo las cosas “deprisa y corriendo”, sólo hay un posible resultado, y no suele ser el que se busca. Algo así, grosso modo, y sin querer recoger morbo de la tragedia, debió de pasar en el accidente de Barajas. El querer hacer las cosas a tiempo de no decepcionar a los clientes acabó irónicamente por hacerles correr la peor suerte posible, convirtiéndose en una de las mayores tragedias mundiales de 2008.

Tirando un poco de dramatización, imagino la situación, de haber perdido los técnicos dos horas revisando motores y repasando de cabo a rabo el fuselaje del Spanair JK 5022 (o lo que cojones haya que revisar, que un servidor en aeronaútica, como un pelícano en ajedrez). De hecho, yo mismo lo viví en el mismo aeropuerto cuando esperaba embarcar en un avión camino a Atenas, apenas una semana después. Gente indignada, impaciente, que parecía haber olvidado el pasado más reciente de la historia de la aviación, sin entender el porqué del minusprecio a su valioso tiempo. Lo curioso del asunto es que el estrés recorría la piel del personal cuando se supone que estábamos ahí con un fin desestresante: vacaciones en un crucero. En definitiva, un panorama molesto, desde luego, pero en cualquier caso infinitamente mejor que el de la fecha a la postre conocida como 20-A.

Y es que la negligencia, si bien injustificable de los responsables del accidente, no es la única. Los viajeros debemos comprender que sólo ponemos en juego nuestras vidas cuando presionamos por un pronto despegue de nuestro vuelo, al igual que cuando pisamos el acelerador del coche para arañar unos escasos minutos a Cronos, que pueden costarnos irónicamente todo el tiempo del mundo.

Non Stress!

*Canción: “a mis cuarenta y diez”

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